Hoy celebramos Pentecostés, la
venida del Espíritu Santo sobre aquel primer grupo de apóstoles y discípulos
que, después de la muerte y resurrección de Jesús se seguían reuniendo para
orar y recordar al maestro. La venida del Espíritu Santo tuvo un efecto maravilloso.
De repente, los que habían estado encerrados y atemorizados se atrevieron a
salir a la calle y a hablar de Jesús a todos los que se encontraron. En
aquellos días Jerusalén era un hervidero de gente de diversos lugares y
procedencias. Por sus calles pasaban gentes de todo el mundo conocido de
aquellos tiempos. Lo sorprendente es que todos escuchaban a los apóstoles
hablar en su propio idioma de las maravillas de Dios, del gran milagro que Dios
había hecho en Jesús resucitándolo de entre los muertos.
Desde
entonces el Evangelio ha saltado todas las fronteras de las naciones, de las
culturas y de las lenguas. Ha llegado hasta los más recónditos rincones de
nuestro mundo, proclamando siempre las maravillas de Dios de forma que todos lo
han podido entender. Junto con el Evangelio ha llegado también la paz a muchos
corazones y la capacidad de perdonar, tal y como Jesús en el Evangelio les dice
a los apóstoles.
Hoy son
muchos los que se siguen dejando llevar por el Espíritu y con sus palabras y
con su forma de comportarse dan testimonio de las maravillas de Dios. Con su
amor por todos y su capacidad de servir a los más pobres y necesitados hacen
que todos comprendan el amor con que Dios nos ama en Jesús. Con su capacidad de
perdonar van llenando de paz los corazones de todos. El Espíritu sigue
alentando en nuestro mundo. Hay testigos que comunican el mensaje por encima de
las barreras del idioma o las culturas. ¿No ha sido la madre Teresa de Calcuta
un testigo de dimensiones universales? Su figura pequeña y débil era un signo
viviente de la preferencia de Dios por los más débiles, por los últimos de la
sociedad.
Hoy el
Espíritu nos llama a nosotros a dejarnos llevar por él, a proclamar las
maravillas de Dios, a amar y a perdonar a los que nos rodean como Dios nos ama
y perdona, a encontrar nuevos caminos para proclamar el Evangelio de Jesús en
nuestra comunidad. Hoy es día de fiesta porque el Espíritu está con nosotros,
ha llegado a nuestro corazón. ¡Aleluya!