domingo, 30 de diciembre de 2018

SAGRADA FAMILIA "¿NO SABÍAN QUE YO DEBÍA ESTAR EN LA CASA DE MI PADRE?"


La fiesta de la Sagrada Familia es una celebración que motiva a profundizar en el amor familiar, examinar la propia situación del hogar y buscar soluciones que ayuden al padre, la madre y los hijos a ser cada vez más como la Familia de Nazaret. Algo bueno ha de tener la familia cuando el Hijo de Dios quiso tener una.

Estratégicamente situada inmediatamente después de la Navidad, esta fiesta nos invita a mirar a la familia formada por Jesús, María y José. En primer lugar, nos recuerda una vez más que el hecho de la encarnación tuvo lugar en nuestra historia. No sólo en un tiempo y lugar concretos sino también en una familia concreta. María y José fueron el matrimonio en el que Jesús nació, creció y maduró físicamente y como persona.

Nos imaginamos la vida de aquella familia llena de armonía, de amor, de paz. José trabajando en el taller y María en la cocina, mientras que Jesús juega o está en la escuela. Todo eso no son más que proyecciones de nuestra realidad sobre una realidad de la que sabemos muy poco y de la que los Evangelios nos hablan menos todavía.

José tuvo que acoger a María, cuando ésta se había quedado embarazada sin su participación. No debió ser fácil ese primer momento de la relación. Luego viene el nacimiento en Belén. El texto nos habla de la pobreza en que vivían. ¡Nadie los acogió! Y la mucha pobreza no suele formar parte del ideal de la vida de una familia. No sólo eso. La familia se vio obligada a emigrar a Egipto. ¡Refugiados políticos! Hoy sabemos lo dura que es la vida de los emigrantes. Mucho más dura sería en aquellos tiempos en los que no existían en absoluto las organizaciones y leyes que hoy, mal que bien, se destinan a acogerlos y hacerles en cierta medida la vida más fácil.

Y así ha sido la familia a lo largo de los siglos y las culturas. Una realidad siempre cambiante, siempre sometida a presiones diversas y dificultades. La vida familiar no puede reducirse a los problemas de pareja, dejando de lado los valores trascendentes, ya que la familia es signo del diálogo Dios–hombre. Padres e hijos deben estar abiertos a la Palabra y a la escucha, sin olvidar la importancia de la oración familiar que une con fuerza a los integrantes de la familia.

En esta fiesta quizá lo más importante no sea tratar de imponer el ideal de lo que a nosotros nos parece bueno para la familia sino comprometernos a echar una mano a todas las familias que sufren, a ser muy comprensivos con aquellos que no encajan en nuestra idea de familia, a acoger a los que están solos y abrirles las puertas de nuestro corazón, aunque no sean de nuestra familia. Porque la familia de los hijos de Dios es más grande que la familia de los lazos de la carne. 

El papa Francisco invitó a rezar por las familias donde "hay una falta de paz y de armonía" y la calificó como un tesoro.

https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/comentario-del-domingo

martes, 25 de diciembre de 2018

FELIZ NAVIDAD


La Navidad (en latín: nativitate que significa: Nati =nacimiento, vita = de la Vida, te = para ti. Por lo tanto, el significado de la palabra "Navidad" es: “Nacimiento de la Vida para ti”) es una de las festividades más importantes del cristianismo, junto con la Pascua de Resurrección y Pentecostés. Es la solemnidad, en la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo en  Belén y eso es lo que celebramos en este día. Poco importa, si fue o no, el propio día del nacimiento. Dicen los que investigan estas cosas que en la Biblia no dice el día exacto, pero se olvidan que el Nuevo Testamento no cuenta la vida de Jesús, sino sus enseñanzas, así que poco importa la fecha exacta.

Existen diversas teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la Navidad. Pero ya desde el 386, San Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre, posiblemente para permitir la conversión de los pueblos paganos al coincidir esta fecha del solsticio de invierno con la celebración del nacimiento del dios sol (natalis invicti solis).

Sin darnos cuenta, la expresión "¡Felices fiestas!" está sustituyendo el "¡Feliz Navidad!", Entiendo que con esa frase las personas se desean unas buenas comidas familiares, unos días de descanso... Pero en realidad no se está diciendo nada. Nuestro deseo, éste sí, tan lleno de significado, es desear una Feliz Navidad.

Esto sí que es lo que sentimos  y deseamos los cristianos  estos días: Que la Vida nazca para ti, que tengas Vida, que nada ni nadie te quita la Vida... Todo un Dios se encarna para que tú seas feliz, Jesús nace para ti, para todos. Él quiere caminar a tu lado cada día, levantarte si tropiezas... Mira hoy la Navidad como la oportunidad de Vivir que te regala.

Seas o no creyente, la Navidad es esto, y te invita a disfrutar de estos días con amor y esperanza.

Así que estos días desea Feliz Navidad, desea la Vida a los demás.

¡FELIZ NAVIDAD!


domingo, 23 de diciembre de 2018

IV DE ADVIENTO "BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES"


El cuarto domingo de Adviento nos deja ya a las puertas de la Navidad. Este tiempo de preparación, que comienza con la perspectiva de la venida del Reino, termina concentrándose en un punto concreto de la historia, de nuestra historia. Allí convergen las promesas de los profetas.

El pasaje evangélico narra el episodio de la visita de Santa María a Isabel. ¿Qué motivó a María a realizar este viaje imprevisto? Gabriel, el arcángel, le había manifestado que Isabel había concebido un hijo en su vejez, estando ya en el sexto mes de su embarazo «aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios» (Lc 1, 36-37).

En ese encuentro de familia, Isabel, la prima, dice unas palabras inspiradas por el Espíritu de Dios, que hoy llegan hasta nuestro corazón: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de vientre. Dichosa tú que has creído”. De esa forma expresa perfectamente lo que está viviendo María. La fe hace vivir de otra manera. La fe ayuda a comprender la realidad desde una perspectiva nueva y más profunda.

Isabel es extraordinariamente sensible a lo que ha sucedido. Tan pronto ve a María percibe que ella es Portadora de un Hijo excepcional, percibe que es «la Madre de mi Señor». En esta humilde Virgen de Nazaret se cumple así la antigua profecía de Miqueas, recogida en la primera lectura: ha llegado el tiempo en que «la madre dé a luz». Es su Hijo quien «en pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios». Más aún, el profeta anuncia que «Él mismo será nuestra paz», una Paz que procede de la cuádruple reconciliación que ha venido a obrar: la reconciliación del ser humano con Dios, consigo mismo, con los otros hermanos humanos y con la creación toda.

«¡Dichosa tú, que has creído!», exclama Isabel en una de las múltiples alabanzas que brotan espontáneamente de sus labios. Dichosa y feliz porque verdaderamente cree en Dios. María, plena de dicha y felicidad, es modelo de una fe madura, una fe que es asentimiento de la mente a lo que Dios revela, una fe que es adhesión cordial a Dios mismo, una fe que se transforma en acción decidida, según los designios manifestados por Dios. La fe de la Madre se expresa en la obras, en un “Sí” comprometido y sin reservas dado a Dios al servicio de sus designios reconciliadores.

Pero antes de que llegue ese momento tan cercano de la Navidad, la liturgia nos invita a echar a una mirada a la madre, a María. María está alegre, feliz. Siente que la vida crece en su vientre y que esa vida es fruto del Espíritu de Dios. Algo nuevo está creciendo en ella y ese algo es para toda la humanidad. Esa alegría es expansiva, hay que comunicarla, hay que compartirla. Por eso se dirige a las montañas de Judá a encontrarse con su prima, también embarazada. 

El que vive en la fe, como María, vive bendecido por Dios. Y todo lo que toca y dice se convierte en bendición para el creyente y para los que le rodean. Porque conoce en lo profundo de su corazón que el amor de Dios se ha instalado en nuestro mundo. Que nuestra alegría en esta Navidad sea fruto de la fe gozosa en el Dios que se encarna en Jesús. 


domingo, 16 de diciembre de 2018

III DE ADVIENTO "EL OS BAUTIZARÁ CON ESPIRITU SANTO Y FUEGO"


La enseñanza del Evangelio de este domingo se puede dividir en dos partes. En la primera se nos habla de las preguntas que tres tipologías de personajes muy diferentes (la gente que podría entenderse como el pueblo fiel, unos judíos despreciables como los publicanos y unos paganos como los soldados) hacen a Juan el Bautista. Estas preguntas son las que nos iluminan sobre cómo llevar una vida recta y sabia para acoger al Mesías que será el otro gran tema del Evangelio. Y es que la espera del Mesías no es nunca una espera pasiva sino una esperanza activa; no es una simple llegada sino una inestimable acogida. Juan puede parecer que a todas las cuestiones responde con la misma ley: una calibrada justicia social. Pero en realidad va mucho más allá. Se pone de relieve la necesidad de ser justos, de ser caritativos y de ser empáticos. Tres virtudes que van más allá de la siempre necesaria y por desgracia no alcanzada justicia social. En definitiva, demostrar de forma activa la alegría cristiana, de demostrar y dar a conocer la mesura del cristiano a todas las personas, la mesura de su templanza y sobriedad.

La segunda parte del Evangelio, nos recuerda que todo el pueblo estaba expectante a las palabras de Juan el Bautista. Toda la gente que le rodeaba estaba expectante y pendiente no sólo de lo que decía sino de saber quién era, de su identidad, de su papel en sus historias de salvación personal, como se refleja en los diálogos, y colectiva, al plantearse si era él el Mesías o debían aguardar a otro.

Nosotros, si en estas fechas ya tan cercanas a la consumación del misterio de la Encarnación no estamos expectantes ni a las palabras ni a la identidad del que va a nacer quizás estemos perdiendo el hilo de la situación, el hilo de la realidad cristiana. Esta semana es Juan el Bautista el que nos recuerda que Jesús viene para salvar, para bautizar con el fuego del Espíritu Santo y podríamos también decir que para incendiar nuestro mundo. Para ser una hoguera que no se apaga y vivir la presencia de ese Espíritu en nuestra vida y nuestra comunidad. ¿Estamos preparados para acogerlo o sólo queremos cumplir con el expediente de las fiestas?, ¿estamos dispuestos a hablar, retransmitir y buscar la alegría o sólo queremos finalizar un año más?

En definitiva, ¿estamos dispuestos a ser humildes como Juan sólo siendo grandes por ser los Precursores de Cristo en el mundo?



jueves, 13 de diciembre de 2018

EL VIDEO DEL PAPA


El Santo Padre Francisco, en la última edición del año de "El Vídeo del Papa", pidió a los responsables de comunicar la fe que encuentren el lenguaje y los modos adecuados para llegar a cada persona.

A su vez destacó el valor de saber escuchar a la hora de comunicarse con los demás e invitó a adaptarse a cada contexto tal como lo hacía Jesús. También subrayó la importancia de conseguir un diálogo entre la fe y la cultura contemporánea.

“Recemos para que las personas dedicadas al servicio de la transmisión de la fe encuentren un lenguaje adaptado al presente en diálogo con la cultura, en diálogo con el corazón de las personas y sobre todo escuchando mucho", sostuvo el Papa.

Los obispos del mundo reunido en Roma, en la XIII Asamblea General Ordinaria, indicaron en el documento de trabajo que las obras fundamentales de la vida de fe son la caridad, el testimonio, el anuncio, la celebración, la escucha y la participación compartida. en el mismo documento señalan que toda la Iglesia está llamada a comunicar la fe: obispos, sacerdotes, catequistas, familias y religiosos.

"Imitemos el estilo de Jesús, que se adaptaba a las personas que tenía ante Él para acercares el amor de Dios", propuso el Papa. "Si uno quiere compartir su fe con la palabra, tiene que escuchar mucho", agregó.

Por su parte, el P. Frederic Fornos SJ, Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa (incluye el Movimiento Eucarístico Juvenil) dijo que "la transmisión de la fe es ante todo comunicar la vida del resucitado con palabras que acompañan gestos de vida, que liberan y sanan; es una comunicación de corazón a corazón". Recordó lo que dijo Francisco en la Jornada Misionera Mundial 2018: "Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia se realiza por el "contagio" del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor".


martes, 11 de diciembre de 2018

PROFANACIÓN DE LA CAPILLA DEL HOSPITAL ALVARO CUNQUEIRO



La pasada noche del domingo, dos individuos profanaron la capilla del Hospital Álvaro Cunqueiro. Los ladrones robaron el sagrario, el copón y la teca (un cofre para conservar reliquias). No conocen los motivos, pero es de suponer que se trata de un robo, porque tras llevarse el Sagrario, Copón y Teca y al ver que no tenían valor el metal dorado, lo arrojaron todo en una finca próxima al hospital con las formas consagradas.


D. Benito nos animaba a rezar por la conversión de quienes profanan y nos invitó a todos a una Misa de Desagravio por la profanación del Santísimo en la propia capilla profanada. Se quedó pequeña para la gente que acudió, unas sesenta personas de toda la diócesis.

Celebraron D. Benito y D. Daniel  capellanes del hospital. D. Daniel visiblemente emocionado (no en vano él era el que estaba de guardia y quien tuvo hacer las gestiones con la policía y recoger sagrario, copón y formas), preguntado por D. Benito que sentía en esos momentos, casi sin palabras y con lágrimas en los ojos contestó solo con una palabra: dolor.

Ya en la homilía D. Daniel recordaba las palabras de Jesús en la Cruz cuando decía: “perdónalos porque no saben lo que hacen” y pedía el perdón para ellos, haciendo una reflexión sobre qué circunstancias habrían llevado a estas personas a realizar esta execrable acción: familiares, sociales, etc. Todos podríamos ser alguno de ellos.

El evangelio del día nos situaba a Jesús predicando en una casa donde había fariseos y doctores de la ley y unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús., y para llevarle a un paralítico tuvieron que bajarlo por el tejado en una camilla. Este evangelio de camillas y enfermos, parecía que la providencia lo había puesto en este día, y sirvió a D. Daniel para acercarnos al día a día del hospital, y para agradecer a todas las personas que ayudaron en la recuperación de los objetos sagrados, desde seguridad a médicos y enfermeros, cada uno con su camilla. Pidió por todos los enfermos y por los difuntos del día y nos animó a tomar nuestras camillas para poder acercar enfermos del alma y del cuerpo a Jesús.

La  Misa continuó y tras la exposición del Santísimo, éste fue llevado al Sagrario del antiguo Hospital Xeral, prestado para la ocasión, donde queda la reserva para todos los enfermos que lo necesiten.

Hoy D. Benito ha colocado a sus pies las cartas y corazones escritas por niñas de 4ª de primaria que puedan servir para consolar a Jesús y aliviar su agravio.

Esperemos y pediremos al Señor que no vuelva a producirse un acto de este tipo nunca.

domingo, 9 de diciembre de 2018

II DE ADVIENTO "PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR"


El evangelista Lucas nos sitúa en unas coordenadas históricas concretas, en un tiempo y lugar determinados (imperio romano, procurador romano en Judea, poder religioso en Jerusalén, río Jordán, desierto de Judea). Nos quiere hacer pensar que Dios se ha hecho historia, su palabra se ha encarnado y se manifiesta en personas concretas: Juan, la voz que grita en el desierto.  La profecía de Isaías se concreta en la persona de Juan que invita a la conversión y al bautismo para el perdón de los pecados.

Fijémonos en las imágenes que utiliza la voz que clama en el desierto: senderos, valles, montes, colinas, caminos torcidos y escabrosos o ásperos. Resulta más fácil comprenderlo in situ: en el desierto de Judea y las regiones circunvecinas; es el típico paisaje del sur de Palestina. Los verbos son muy interesantes porque indican distintas acciones que desembocan en un mismo objetivo: preparar el camino, el terreno, el territorio por donde el Señor ha de pasar. Estos son: rellenar, rebajar, enderezar, nivelar o allanar. Nos recuerda a lo que decía el profeta Baruc: El Señor ha ordenado que se preparen los caminos…

Hoy esa misma voz sigue gritando… en el desierto… paradójicamente en un lugar que no habita la gente y donde nadie escucha. Simbólicamente el desierto da mucho que pensar. El desierto de nuestros días puede tener múltiples sentidos: ¿con cuál nos identificamos?

La voz de Juan el bautista nos invita a la conversión, una conversión que implica enderezar nuestros caminos, nuestras vidas; rebajar los montes y colinas de nuestro orgullo, vanidad, de lo superfluo, de discriminación, de desprecio, de intolerancia y prejuicios de todo tipo, etc. Una conversión que nos invita a rellenar los valles de nuestros vacíos existenciales, afectivos, de fe, de confianza y esperanza. Una conversión que invita a allanar y nivelar todo aquello que es sinuoso o áspero en nuestras vidas, en nuestras comunidades, en nuestra iglesia y por qué no, en nuestra sociedad. ¡El Señor ya viene!
Estamos invitados a reflexionar sobre la invitación que nos hace Juan el Bautista hoy: ¿en verdad somos personas con esperanza y con una fe que nos capacita para cambiar el mundo? ¿somos buena noticia para las personas que viven en situaciones de exilio, tristeza, dolor, sufrimiento, marginación, etc.? ¿Hacemos algo para que el amor entre nosotros crezca cada día? ¿Creemos realmente que el Señor viene a nuestras vidas y que necesitamos prepararnos?

Este domingo destila esperanza y alegría, nos invita a ser gente que da lo mejor de sí para hacer realidad la justicia y misericordia de Dios porque creemos inquebrantablemente que todo el mundo verá la salvación de Dios. ¡Cantemos con el salmista que nuestro Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres!



sábado, 8 de diciembre de 2018

INMACULADA CONCEPCIÓN


La Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción, es un dogma de la Iglesia católica decretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión «llena de gracia» (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

El Papa Pío IX, decidió a dar el último paso para la suprema exaltación de la Virgen, definiendo el dogma de su Concepción Inmaculada, por las tristísimas circunstancias por las que atravesaba la Iglesia en esos momentos en que el naturalismo afloraba despreciando toda verdad sobrenatural. Un día de gran abatimiento, el Pontífice decía al Cardenal Lambruschini: «No le encuentro solución humana a esta situación». Y el Cardenal le respondió: «Pues busquemos una solución divina. Defina S. S. el dogma de la Inmaculada Concepción».

Pero para dar este paso, el Pontífice quería conocer la opinión y parecer de todos los Obispos, pero al mismo no quería reunir un Concilio para la consulta, así que la solución fue consultarlo por correspondencia epistolar. Y el día 8 de diciembre de 1854, rodeado de la solemne corona de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud ingentísima de pueblo, definía como dogma de fe en la bula del Ineffabilis Deus el gran privilegio de la Virgen:

«La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles».

España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, y el 8 de diciembre es fiesta de carácter nacional, en virtud de la Batalla de Empel del 8 de diciembre de 1585. Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.



domingo, 2 de diciembre de 2018

TIEMPO DE ADVIENTO


Comenzamos el año liturgico con el primer domingo de Adviento. La palabra adviento proviene del Latín “adventus Redemptoris” que significa venida del redentor. Es un periodo litúrgico Cristiano que consiste en la preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo.

El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año 2018, comienza el domingo 2 de diciembre, y se prolonga hasta el 23 de diciembre. Podemos distinguir dos periodos. En el primero de ellos se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo, por eso las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.

En el segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Se nos invita a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.

En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.

Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.

En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.

El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

Primer Domingo: 2 de diciembre
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primera vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

Segundo Domingo: 9 de diciembre
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.

Tercer Domingo: 16 de diciembre
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercera vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

Cuarto Domingo: 23 de diciembre
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

La Corona de Adviento
El Significado de las velas de corona de adviento. Las velas de Corona de Adviento hacen referencia a los cuatro domingos previos a la Navidad de ahí el significado de las velas de adviento.
La tradición consiste en colocar cuatro velas, dentro de un circulo formado por ramas y hojas perennes. La primera vela se encenderá el primer domingo de adviento y sucesivamente deberán encenderse cada domingo hasta el domingo previo a la llegada de Navidad las velas restantes.

Cada elemento de la corona de Adviento constituye un significado:
Circulo: representa el símbolo eterno de las estaciones.
Ramas y hojas perennes: del latín “perennis” que representa lo duradero y lo eterno.
Velas encendidas: simbolizan la vida y luz de Cristo al mundo.

Colores de las velas de adviento
La corona de adviento está formada por cuatro velas de las cuales tres tienen que ser velas púrpuras y una de color rosa (también pueden ser de diferentes colores morada, verde, blanca y roja). La primera vela púrpura en adviento representa la esperanza y expectativa ante la llegada de Cristo, la segunda representa el Amor, la tercera vela de color rosa que representa la alegría y la cuarta y última vela púrpura que representa la paz.



lunes, 26 de noviembre de 2018

FUNERAL DE ANIMAS

   Hoy hemos tenido el funeral de ánimas. Funeral por todos los difuntos de la parroquia que a lo largo del año nos han dejado para irse junto al Padre. También hemos pedido por todos aquellos difuntos que no han tenido un funeral, por todos aquellos olvidados y por los que ya nadie reza.

   En un improvisado monumento-altar en el retablo de Animas, se ha colocado el nombre de todos los que se han ido en el 2018 en memoria de todos ellos y que nuestras oraciones sirvan de ayuda para que pasen éste tránsito y puedan gozar la plenitud de la Gloria. Que no caigan en el olvido.

   "Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí ante el altar del Señor" 
(Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte.)

ORACION:

Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amen.

Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.

AMEN.



domingo, 25 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXIV ORDINARIO FESTIVIDAD DE CRISTO REY

"MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO"


  El último domingo del año litúrgico los católicos celebramos la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Es una forma de decir que en Cristo este mundo llega a su plenitud. Este mundo y nuestra vida, claro. Así se ve en las lecturas. El hijo del hombre de la primera lectura, tomada del profeta Daniel, se identifica con Jesús resucitado, que ha vencido a la muerte y al que se le ha dado el dominio sobre todo el universo. Su reino no tendrá fin. La lectura del Apocalipsis da un mensaje parecido. Jesucristo nos ha liberado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y nos ha hecho sacerdotes de Dios, su padre. Le vemos venir en gloria. Es el principio y el final, el todopoderoso. Todas estas afirmaciones forman parte de nuestra fe. Creemos en Jesús, creemos que ha vencido a la muerte y ha entrado en la nueva vida que le ha ofrecido su Padre. Con él también nosotros hemos vencido a la muerte y con él entraremos en la nueva vida que el Padre nos regala. Ese Reino del que Jesús es el centro es el reino de todos, allá donde no habrá más lágrima ni llanto, donde ni la muerte ni el dolor tendrán ningún poder. 

      Pero ese Reino no es de este mundo. Ése es el mensaje que nos comunica el Evangelio de Juan. Vemos a Jesús en un momento crucial de su vida. No está predicando tranquilamente a los discípulos por los caminos de Galilea. Tampoco está rodeado de una multitud que lo escucha con agrado. Ha sido detenido y está siendo juzgado por Pilato, el representante del imperio romano. Sabe que su fin más probable es ser ajusticiado. Parte del juicio es el interrogatorio del acusado. Pilato no está preocupado por los reinos celestiales. A él le preocupan los que pretenden ser reyes de este mundo y, por ello, representan una amenaza para el dominio romano. Por eso, le pregunta si cree que es el rey de los judíos. Es sólo una pregunta más del interrogatorio. Pero Jesús da una respuesta que Pilato no logra comprender: “Mi reino no es de este mundo”. 

      Jesús afirma de sí mismo que es rey, pero de una forma diferente. Su reino no lleva a la dominación, a la opresión de los súbditos. Su reino es el reino de la verdad. Allá donde todos nos encontramos con nuestra verdad más íntima: que somos hijos de Dios-Padre que quiere nuestro bien, que los demás son nuestros hermanos y hermanas. Esa verdad se desvelará algún día. El día en que seamos capaces de reconocer en nuestros corazones esa profunda verdad, ese día, en ese momento, entraremos a formar parte del Reino de Jesús. Y él, testigo de la verdad, reinará en nuestros corazones, que es el verdadero lugar donde quiere reinar. El día en que todos le reconozcamos, se cumplirán definitivamente las profecías de las dos primeras lecturas. 



domingo, 18 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXIII ORDINARIO "CIELO Y TIERRA PASARAN"


 Evangelio de hoy nos trae unas palabras un tanto extrañas de Jesús a sus discípulos. Jesús anuncia, parece ser, unos acontecimientos terribles. Si lo que dice Jesús se cumpliera, tendríamos que decir que es el fin de este mundo que conocemos y en el que vivimos. Y con el fin del mundo vendría el final también de esta vida nuestra. No se puede interpretar de otra forma la afirmación de que el sol no dará más luz y de que las estrellas caerán del cielo sobre la tierra. Es el anuncio del desastre final. Más de una película se ha hecho en los últimos años describiendo ese final horrible del mundo y de la vida que contiene. 
     
        Pero no conviene leer sólo el Evangelio. El Evangelio hay que leerlo siempre en conexión con las otras lecturas que la Iglesia ofrece a nuestra reflexión cada domingo. Así en la primera lectura, tomada del libro del profeta Daniel, se anuncian también “tiempos difíciles”. Pero a renglón seguido se dice que van a ser tiempos de salvación para el pueblo. Ese desastre final no va a ser desastre para todos. Unos, los inscritos en el libro, se salvarán para la vida eterna. Otros para el castigo eterno. Aquí ya parece que ese final terrible no es igual de terrible para todos. Es más, para el pueblo en cuanto tal va a suponer la salvación definitiva.
      
     La segunda lectura ofrece la clave para interpretar lo leído. La carta a los hebreos hace una comparación entre los sacrificios de los sacerdotes de otras religiones y el ofrecido por Cristo, es decir, su propia vida. Dice que los sacerdotes de esas religiones tienen que ofrecer muchos sacrificios porque, como no pueden alcanzar el perdón de los pecados, continuamente se ven obligados a tratar de aplacar a Dios por las ofensas causadas por los pecados de los hombres. Pero Cristo, el sumo sacerdote de la nueva alianza, ofreció un único sacrificio, su vida, por nuestra salvación. Con él nos consiguió el perdón de los pecados. Termina la lectura afirmando que “donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados”. Atención a esa frase. Deja claro que en la nueva alianza que Jesús ha sellado con su sangre, se nos ha otorgado el perdón. Hemos vuelto a ser acogidos como hijos por Dios Padre. Lo que nunca habíamos dejado de ser. Aquel Dios vengador y justiciero de que hablaba el Antiguo Testamento no es real. Cuando nos ha mostrado su rostro en Jesús, hemos visto que es el de un padre que perdona y acoge. 
      
      Este mundo pasa. Nuestra vida tiene un final. Eso es así y no lo vamos a cambiar. El fin del mundo y el fin de mi vida llegarán algún día. Probablemente antes lo segundo que lo primero. Lo importante es saber que acogidos al perdón de Dios que se nos ofrece en Cristo, podemos acceder a la nueva vida, estamos salvados. Esa es nuestra fe. No hay, pues razón para temer. 




domingo, 11 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXII ORDINARIO "CUIDADO CON LOS ESCRIBAS"


El Evangelio tiene hoy dos partes. La primera, recoge unas palabras de Jesús sobre los que hacen de la vida una exhibición y de sí mismos una fachada. No les importa vivir ni amar ni hacer sino sólo ser vistos, ocupar los puestos de privilegio y de honor, ser aplaudidos y homenajeados. Eso que existe en el mundo de la política o de la empresa existe también, dice Jesús, en el ámbito de lo religioso. En este mundo, los que hacen eso son más hipócritas si cabe por cuanto ponen su relación con Dios como excusa para devorar los bienes de los pobres.

La segunda se parece mucho a la historia de la viuda de Sarepta de la primera lectura, a la que el profeta Elías pide de comer, y no teniendo más que para una comida no duda y accede a darle lo que le pide. Frente a los ricos que donan mucho dinero al templo, hay una pobre anciana,  viuda además, que echa apenas dos reales. Nada más. Obviamente, esa aportación no era muy importante para el Templo. Pero Jesús no valora lo que da la viuda desde la perspectiva económica sino desde otra perspectiva bien diferente. La anciana viuda ha dado mucho porque ha dado de lo que necesitaba para poder sobrevivir. Su aportación en cantidad no es mucha pero en generosidad tiene un valor incalculable. Aquí no se produce el milagro de la viuda de Sarepta. No sabemos si al llegar a su casa, la anciana viuda encontró su cartera de nuevo llena con lo suficiente para vivir. Probablemente no. Pero el amor de Dios estaba metido en su corazón. Y eso es más que suficiente. El que no lo crea, que se lo pregunte a los santos. 

De esta forma, Jesús pone en contraposición dos actitudes ante la vida: la de los que buscan nada más que su propio bienestar y para ello no dudan en engañar y aparentar lo que no son ni tienen y la actitud de los que compartiéndolo todo, sin medida, con absoluta generosidad, como la pobre viuda, tienen un tesoro inmenso en su corazón. Jesús nos viene a decir que vivir en plenitud es una cuestión de generosidad, de compartir sin medida, de no querer acaparar sino de dar todo lo que se tiene. 




domingo, 4 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXI ORDINARIO "AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO"


En el Evangelio vemos que se acerca un escriba, supuestamente un gran estudioso y conocedor de la Ley, y le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» La pregunta se debe al hecho de que la Ley escrita, es decir, la Torah, contenía, según los rabinos, 613 preceptos. De estos 248 eran positivos, es decir, ordenaban determinadas acciones, mientras 365 eran negativos, ya que eran prohibiciones. Unos y otros se dividían en preceptos leves y preceptos graves, según la importancia que se les atribuía. Entre estos mismos preceptos podía existir también una jerarquía. De allí la pregunta a Jesús, cuál consideraba Él como el más importante de todos.

La respuesta de Jesús no se hizo esperar: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.» Es el “Shemá Israel”, que todo israelita sabía de memoria.

Pero como si tal mandamiento no fuese por sí sólo íntegro y completo, al menos en el campo práctico, añadió este otro mandamiento que también se encontraba en la Ley: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» En esto consiste la gran novedad que aporta el Señor Jesús: Él enlaza ambos preceptos para formar uno sólo, el “máximo” mandamiento. Y aunque establece una jerarquía poniendo en primer lugar el amor a Dios, establece también un nexo inquebrantable entre este amor y los otros dos amores: al prójimo y a uno mismo.

El Señor Jesús jamás trasgredió los mandamientos, los cumplió todos perfectamente amando a Dios por sobre todo, con todo su ser, su mente y corazón. En Él no se halló pecado alguno. Obedeciendo fielmente a su Padre y llevando a cabo la misión reconciliadora encomendada por Él, llegó a ser el Sumo Sacerdote que nos convenía: «santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos» (2ª. lectura). Como tal no tuvo necesidad de ofrecer innumerables sacrificios, como hacían los sacerdotes de la antigua Alianza, sino que realizó un sólo sacrificio, de una vez para siempre, «ofreciéndose a sí mismo» por nosotros en el Altar de la Cruz.



viernes, 2 de noviembre de 2018

FIELES DIFUNTOS


MERECÉIS, ALGO MÁS

Algo más que un silencio por aquellas palabras
que, estando vivos entre nosotros,
fueron consuelo, fuerza y esperanza.
Palabras que, no sabemos cómo ni de qué manera,
llenaron tantos espacios ahora muertos.
Mucho más que una lágrima porque, las vuestras,
fueron llanto y ríos en abundancia
cuando nuestros errores o decepciones
no siempre estuvieron a la altura de lo que valíais.

MERECÉIS, ALGO MÁS

Que caer en el olvido o en el absurdo
cuando, sin quererlo o sin saber por qué,
dejamos vuestros rostros esparcidos en bosques o en playas
campos o mares, calles o plazas,
cuando, como cristianos sabemos,
que sois semilla destinada a descansar en Camposanto

MERECÉIS, ALGO MÁS

Que un día con veinticuatro horas de recuerdos
porque, vuestras pisadas en nuestros pasos,
fueron aliento y entrega permanente
cuando la vida nos castigaba cruelmente en nuestro caminar

MERECÉIS, ALGO MÁS

Que una lágrima sin futuro o unas flores sin eternidad
Mucho más que una añoranza sin esperanza
o un “gracias” sin una apostar por el más allá
Mucho más que una legítima ausencia
sin llorar previamente nuestro arrepentimiento
Arrepentimiento por las veces que, en el aquí y no en el allá,
no os dimos el abrazo que ahora os daríamos
el beso que tal vez os negamos
o el oído que, tal vez por falta de tiempo, os retiramos.

Qué fácil es amar cuando alguien se va
y qué difícil, el Señor nos lo pondrá,
cuando tal vez nos pregunte:
¿“Qué hiciste en vida con tu hermano, tu padre, tu madre, 
tu abuelo o tu vecino, tu sacerdote o tu amigo”?

Porque, no lo olvidemos, 
ellos son nuestros mientras viven junto a nosotros
pero son de Dios cuando marchan de este mundo.

¡CUÁNTO OS MERECÉIS! ¡DIOS OS LO DÉ TODO!

Javier Leoz

jueves, 1 de noviembre de 2018

DIA DE TODOS LOS SANTOS


El Día de Todos los Santos es una solemnidad cristiana que tiene lugar el 1 de noviembre para las iglesias católicas de rito latino, y el primer domingo de Pentecostés en la Iglesia ortodoxa y las católicas de rito bizantino. No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos.

En este día la Iglesia celebra fiesta solemne por todos aquellos difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. Por eso es el día de «todos los santos». No se festeja sólo en honor a los beatos o santos que están en la lista de los canonizados y por los que la Iglesia celebra en un día especial del año; se celebra también en honor a todos los que no están canonizados pero viven ya en la presencia de Dios.

Es frecuente que este día las grandes catedrales exhiban las reliquias de los santos.


domingo, 28 de octubre de 2018

DOMINGO XXX ORDINARIO "SEÑOR, HAZ QUE PUEDA VER"


En el Evangelio vemos al Señor Jesús camino a Jerusalén, donde se ofrecerá Él mismo en el Altar de la Cruz como sacrificio de reconciliación para el perdón de los pecados. El camino que recorre pasa por Jericó, una ciudad que distaba unos treinta kilómetros de Jerusalén.

A la salida de Jericó se encontraba sentado a la vera del camino un ciego pidiendo limosna. El evangelista da razón de su nombre: Bartimeo, es decir, el hijo de Timeo. Él, al enterarse que era el Señor quien pasaba por el camino, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Al dirigirse al Señor con este título lo reconoce como Aquel que habría de nacer de la descendencia de David, el Mesías esperado. Evidentemente ya se había difundido entre la gente del pueblo la creencia de que Jesús era el Cristo.

Es interesante notar que en el Evangelio de Marcos diversos episodios se abren presentando a Jesús en camino a Jerusalén. El evangelista parece sugerir de este modo que la vida cristiana es un ir de camino con Jesús, que ser discípulo es seguir a Jesús por el camino que, pasando por la Cruz, le llevará a participar de la gloria de su Resurrección.

Bartimeo estaba sentado a la vera del cami­no, como simbolizando su estado de marginación de la Vida verdadera debido a su ceguera, concebida como manifestación visible de algún pecado invisible. El Señor escucha la súplica de aquel que implora piedad y le concede el milagro que le pide. Atendiendo a su súplica no sólo cura su ceguera física, liberándolo así de su estado de miseria y postración, sino que también lo libera de su pecado: «tu fe te ha salvado».

La alegría y gratitud del ciego curado se expresa en el seguimiento comprometido: «lo siguió por el camino».




domingo, 21 de octubre de 2018

DOMINGO XXIX ORDINARIO "QUIEN QUIERA SER GRANDE, QUE SE HAGA SERVIDOR DE TODOS"


El Evangelio de este Domingo se ubica inmediatamente luego del renovado anuncio del cómo sucederá aquello que fue anunciado por los profetas: «Miren que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado; le condenarán a muerte, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará» Los discípulos siguen sin querer entender, siguen tercamente aferrados a su idea del Mesías entendido como un glorioso y poderoso liberador político. Interpretan las palabras del Señor como el anuncio de su cercana manifestación gloriosa, el anuncio de la inminente instauración del Reino de Dios en la tierra mediante la restauración del dominio de Israel y el sometimiento de todas las naciones paganas. Ante esa perspectiva y creciente expectativa, se avivan las ambiciones de algunos Apóstoles. Dos de ellos, Santiago y Juan, se acercan al Señor para expresarle su ambición: «concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda», cuando con el poder de Dios hayas instaurado tu Reino y sometido a todas las naciones.

El Señor, lejos de escandalizarse ante la ambición mostrada por sus discípulos, se muestra comprensivo de la fragilidad humana y de las distorsiones introducidas en el corazón humano por el pecado. Ante tal petición y ante la indignación que genera entre los demás Apóstoles, Él los reúne en torno a sí y les enseña a interpretar rectamente el deseo de grandeza que mueve sus corazones: «el que quiera ser grande, que se haga el servidor de todos; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». Es por el servicio y la humildad como ellos están llamados a ser auténticamente grandes, a ser “los primeros” entre todos. Ése, y no el de la gloria humana y el dominio abusivo sobre los demás, es el camino por el que responderán acertadamente a sus anhelos de grandeza y gloria.

El Señor se pone a sí mismo como modelo y ejemplo a seguir: Él, siendo Dios, se ha hecho hombre, y no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la propia vida como rescate por todos. Él no se impuso mediante su poder, sino que hizo de su propia vida un don para los demás. Es bebiendo de su mismo cáliz, abajándose con Cristo por la humildad, como sus discípulos serán elevados con Él hasta lo más alto, hasta la participación en la misma gloria divina. Siguiendo sus huellas el discípulo puede responder acertadamente a su legítima aspiración a la grandeza humana.



jueves, 18 de octubre de 2018

JUEVES DE IGLESIA DE GUARDIA

Como cada jueves, hemos tenido en la capilla de Liñares, la Iglesia de Guardia. Nada especial, como un jueves cualquiera, pero poco a poco va formándose un grupito de personas que tenemos la inquietud de pasar un rato con el Señor, un rato de oración, de mirar en el interior. 

Hoy empezábamos con los acordes de la guitarra de Rubén de Lis, que cantaba "Nadie te ama como yo": 
"Cuánto he esperado este momento
Cuánto he esperado que estuvieras así
Cuánto he esperado que me hablaras
Cuánto he esperado que vinieras a mí
...."

Recordaba lo que dijo hoy D. Benito en la homilía: ¿Qué podemos hacer para que les guste esto a la gente?. Parecía un poco decepcionado. Como también San Pablo, en la lectura de hoy, se quejaba de que todos lo habían abandonado, menos Lucas y mostraba decepción, agradecimiento, reproche y fe en el Señor que nunca falla. 

Podríamos preguntarnos también hoy, que es lo que nos preocupa, que nos ilusiona, si nuestro deseo es vivir el Evangelio y compartir la buena noticia , o si abandonamos como abandonaron a Pablo. 

¿Como lo habría afrontado Pablo hoy?¿Cómo lo se lo diría hoy a Timoteo?

"Palabras de Pablo:
Querido Timoteo, a ver si vienes pronto. Dimas ha pasado de mí y se ha marchado a Tesalónica. Dice que esto del evangelio no es para él, que quiere vivir la vida. Y lo mismo ha hecho Crescente, aunque este se ha ido a Galacia, porque le han ofrecido trabajo allí. Solo se ha quedado conmigo Lucas, que es el más fiel. Y ya que vienes, tráete a Marcos, que es buenísimo anunciando la buena noticia. Tíquico tampoco está, le he mandado a Éfeso, que hay mucho que hacer por allí. Ah, y aprovechando el viaje, a ver si me puedes traer un abrigo que me dejé en casa de Carpo, que aquí hace un frío tremendo. Y tráeme también el disco duro, que tengo en él todas las cartas. Alejandro, el de las fotocopias, me ha tratado fatal. Ten cuidado con él, que creo que no le gusta nada lo que decimos. La verdad es que al principio, cuando me atacaron, nadie dio la cara. Yo creo que a todo el mundo le asusta un poco esto de anunciar el evangelio. Supongo que es por si les señalan, o les toman por ingenuos, o por si molesta decir la verdad, que mucha gente anda muy cómoda y prefiere no oírnos. Bueno, lo que te cuento, que me dejaron solo. Pero en fin, intento no enfadarme. Después de todo, Dios siempre me asiste y me da fuerzas para seguir adelante, y hablar más alto, para que lo oiga todo el mundo. No me voy a callar."

Rezandovoy (adaptación libre de 2Tim 4, 9-17)

No todo está perdido, aquí seguiremos animando a todo aquel que quiera acompañar al Señor un rato, y pidiéndole que nos de fuerzas para seguir. 

Nuestro lema: "Vente cuando puedas, vete cuando quieras"

miércoles, 17 de octubre de 2018

UN SIGNO

¿Qué más signo, Señor,
nos hace falta?
Los pobres, en su hambre,
señalan el amor como camino.
Los niños, en sus juegos,
eligen lo sencillo como escuela.
Los profetas, gritando,
reclaman tu verdad y tu justicia.
Las víctimas de guerras
aspiran a la paz como horizonte.
Los presos de un espejo
envuelven en sonrisas la tristeza.
Los ídolos de barro
sepultan bajo fango la belleza.
Los que se hacen preguntas
intuyen tu palabra en el silencio.
Los muertos, en su sueño,
piden la eternidad como respuesta.
¿Qué más signo, Señor,
necesitamos,
para volver
el tiempo sementera,
para apostar la vida al evangelio,
para buscar la tierra prometida,
para elegir tu senda?

José María R. Olaizola

domingo, 14 de octubre de 2018

D. DANIEL "DE OIA A OIA"



Hoy ha tomado posesión de sus parroquias el Reverendo D. Daniel Goberna Sanromán, nada menos que cuatro parroquias: Viladesuso, Mougás, Pedornes y Santa Maria de Oia con su anejo de San Xian. Es su primer destino parroquial desde que hace cinco años fue ordenado sacerdote en la Catedral de Tui por Monseñor Quinteiro. Antes estuvo perfeccionando estudios de canto y música en la Ciudad del  Vaticano en Roma, terminando sus estudios este año y pasando adscrito a la Diócesis.

En una ceremonia presidida por el Sr. Obispo, acompañado por varios sacerdotes y diáconos, se celebró la toma de posesión en la Iglesia del Monasterio de Santa María de Oia, con varios momentos emotivos, como fue la aceptación del cargo o su paso por la pila bautismal y confesonario. Eran muchos de sus parroquianos los que se acercaron a conocer a su nuevo pastor. La Iglesia se quedó pequeña y eso que casi es una catedral por su tamaño.

El Sr Obispo en la homilía le recordó como en el evangelio de hoy Jesús les dice a sus discípulos: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.", y  que hoy, era ese día para él, por lo tanto le invitaba a crear una  gran familia de cuatro parroquias, con sus dificultades, pero que la recompensa sería grande.

Cuando, D. Daniel tomó la palabra, nos comentó, que además de aceptar el cargo con entusiasmo, quería ser como ese barro que une las piedras que configuran todas las edificaciones de sus parroquias, algo tan pobre pero capaz de unir con fuerza todos los componentes para darle solidez, o como ese "Buen Pastor" que sepa guiar a su rebaño, encomendándose a la Virgen del Mar que le ayudara a éste fin, a la que se cantó la Salve Marinera como colofón del acto.

Desde la Parroquia de San Miguel de Oia, donde fue bautizado, le deseamos la mayor de las suertes en este ministerio, fundiéndonos en un abrazo con él y su familia y pidiéndole a San Miguel y la Virgen de los Liñares su intercesión para que le guíen en su acción pastoral.

Siempre estará en nuestras oraciones.


DOMINGO XXVIII ORDINARIO "VENDE TODO LO QUE TIENES Y SÍGUEME"


El Evangelio cuenta una historia que habla también de la sabiduría. Un hombre se acerca a Jesús. Está preocupado por alcanzar la vida eterna. Y pregunta a Jesús qué debe hacer. Había cumplido los mandamientos desde pequeño, y estaba lleno de ideales más altos y de aspiraciones más grandes. Porque era bueno y bien intencionado, quería superar la simple observancia de la ley, para no quedarse en una religión de obligaciones cumplidas.

De repente, Jesús le propone, con mucho amor, algo nuevo, impensado, le abre nuevos horizontes. Es llamado a un radicalismo para seguirle, ha de dejarlo todo, quedarse sin nada y centrarse en lo único que vale la pena: seguir a Jesús. Para emprender la aventura del Espíritu hay que ser capaz de dejar todo: riquezas, relaciones útiles, buen puesto en la sociedad. Vender los bienes materiales es adquirir la libertad interior, superar ataduras terrenas, abandonar privilegios confortables, para alcanzar la disponibilidad del corazón que hace al hombre pobre de espíritu y rico en Dios. 

Es un gran desafío. Porque para alcanzar la verdadera sabiduría hay que saber relativizar todo lo que se tiene, todo lo demás. No se encuentra la vida en las cosas que se poseen ni en cumplir todos los mandamientos. La verdadera sabiduría está en reconocer que todo es don, un regalo que Dios nos hace. Y sólo cuando nos volvemos a él con las manos vacías, somos capaces de acoger ese don enorme que es la felicidad o la vida eterna. 

A los ricos se les hace difícil entrar por ese camino. Están muy preocupados con las cosas que tienen. Pasan el día pensando en cómo tener más y en cómo defenderlas mejor. Los otros se les antojan amenazas. Los ven como ladrones que les quieren quitar lo que es suyo. Sólo si son capaces de liberarse de las cosas que tienen, descubrirán en el rostro del otro a un hermano o hermana y se darán cuenta de que la felicidad está en el encuentro fraterno con los demás. Todos como hermanos y hermanas entre nosotros y como hijos e hijas de Dios. 

El joven rico del evangelio (y nosotros también) es invitado a vivir un “éxodo” pasando del “tener” al “ser”, del “poseer” seguridades materiales al “ser” discípulo de Jesús. Es necesario descubrir a Dios como el gran tesoro, el sumo bien, la plena felicidad, para no hacer de las riquezas terrenas un “dios”, al que se rinde culto a cualquier precio. Lo que pide Cristo es valentía para saber dejar cosas y recibir el evangelio, hacerse pobre en el presente para ser rico en el futuro.



jueves, 11 de octubre de 2018

COLOQUIO DE UN DIOS QUE PIDE



Señor, no te canses de pedirme,
aunque tantas veces te haya dicho no.
No te canses de buscarme,
aunque tantas veces yo haya buscado otras cosas.
No te canses de llamarme,
aunque tantas veces me haya hecho el sordo.
No te canses, Señor,
porque cualquier día te daré todo lo que me pides,
cualquier día te encontraré para no dejarte jamás,
cualquier día mi corazón te dirá sí sin condiciones.
Pero quiero decirte que
solo será posible si cada día derramas sobre mí tu Espíritu.
Pídeme, búscame, llámame, Señor. No te canses de mí.

(Fermín Negre)

domingo, 7 de octubre de 2018

DOMINGO XXVII ORDINARIO "SERÁN LOS DOS UNA SOLA CARNE"


Dios no ha creado al hombre para vivir en soledad, sino en relación, en compañía; pues “no es bueno que el hombre esté solo”.  La compañía de los animales es buena, pero insuficiente (Gen 2,18). De ahí que la primera pala­bra del hombre en la Biblia sea de reconocimiento del otro y de comunión de amor. «¡Esta sí que es carne de mi carne!». El sentido de la vida está ligado a la experiencia del encuentro amoroso.

Pero la experiencia humana nos hace ver que tanto el hombre como la mujer pueden hacer fracasar el vínculo querido por Dios.

Ahí se sitúa la pregunta que los fariseos plantean a Jesús para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito al varón divorciarse de su mujer?".

No se trata del divorcio tal como lo conocemos hoy, sino de la situación en que vivía la mujer judía dentro del matrimonio, controlado por el varón.

La ley "machista", dada por Moisés que permitía a los hombres dar acta de repudio a sus mujeres se impuso en el pueblo por la "dureza de corazón" de los varones. Pero según Jesús de Nazaret, no se trata de plantear ¿qué es lícito?, sino de ¿cuál es el proyecto de Dios?

En el Evangelio, Jesús afirma la igualdad del hombre y la mujer. Y es clara la dimensión de fidelidad inquebrantable que comporta el matrimonio (“lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”).
Una advertencia para no destruir el proyecto de Dios: “que no se nos endurezca el corazón” por creernos superiores al otro, por envidias, egoísmos, ansias de dominar…

Un camino posible: Acoger a la persona como don de Dios. Ser como niños en  sencillez y agradecimiento acogiendo el Reino para que la relación mutua en este mundo sea ámbito de felicidad, vínculo gozoso, fiel e indisoluble entre dos seres humanos, donación amorosa e incondicional en la que es posible amarse más allá de las diferencias, de los conflictos de pareja, en la entrega sincera y el sincero te quiero. Amor en el que no falten las palabras: permiso, gracias, por favor, perdón, te quiero (como recordó el Papa Francisco 29.07.2016).

Ver la diferencia sexual como un bien  necesario para la complementariedad; un regalo, una bendición de Dios para "creced y multiplicaos” que en la relación amorosa entre el hombre y la mujer, es santificada por el matrimonio y elevada al esplendor de una comunión plena y eterna.