Hoy, cuarto Sábado de Pascua, la
Iglesia nos invita a considerar la importancia que tiene, para un cristiano,
conocer cada vez más a Cristo, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre
que se nos revela. Felipe expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre
y nos basta». Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que
brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué
más necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente,
lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y
permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos
desear: la vida, la luz, el amor, la paz…
Jesús nos hace entrever la tan
profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí». Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en
el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea
decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él
quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos
permite tener «acceso al Padre»
La fe humilde y fiel en Jesús, la
elección de seguirle y obedecerle día tras día, nos pone en contacto misterioso
pero real con el mismo misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las
riquezas de su benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar
adelante, a través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El
que crea en mí, hará él también las obras que yo hago»
«Señor, muéstranos al Padre»,
pide Felipe. Una buena petición para que la repitamos continuamente—Señor,
muéstrame tu rostro. Y podemos preguntarnos: ¿cómo es mi comportamiento? Los
otros, ¿pueden ver en mí el reflejo de Cristo? ¿En qué cosa pequeña podría
luchar hoy? A los cristianos nos es necesario descubrir lo que hay de divino en
nuestra tarea diaria, la huella de Dios en lo que nos rodea. En el trabajo, en
nuestra vida de relación con los otros. Y también si estamos enfermos: la falta
de salud es un buen momento para identificarnos con Cristo que sufre. Como dijo
santa Teresa de Jesús, «si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y
la falta de salud, nunca haremos nada».
FELIZ DOMINGO
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