Tarde de domingo, día de la
Santísima Trinidad y día Pro Orantibus (por los que oran), que mejor ocasión
para hacer algo distinto que ir a visitar a aquella que todos los días rezan
por todos, aquellas que han entregado su vida a la oración tras las puertas de
un convento.
En primer lugar visitamos el
convento de las Madres Carmelitas Descalzas en Sabarís, donde en un ambiente
distendido, charlamos con las pocas monjas que allí están. Nos contaron como es
su vida tras los barrotes, aunque según sus palabras, “los barrotes los tenemos nosotros”, les preguntamos por su
quehacer diario, si tenían internet o si echaban de menos el salir a la calle,
ir a la playa y estas cosas que a diario hacemos el resto de mortales. Por su
parte dijeron que ni televisión tienen, aunque están totalmente informadas de
la actualidad, e internet tienen por la necesidad que lleva el papeleo con la
administración, que hoy hay que hacerlo todo on-line. No echan de menos nada el
exterior, incluso comentan que les da pereza cuando tienen que salir por
motivos médicos y no tienen más remedio. Son felices y se les ve en su cara,
siempre sonriendo. Rezamos un ratito con ellas y nos fuimos.
Siguiente parada en el convento
de las Madres Dominicas de Baiona, donde todos los días rezan el Santo Rosario
a las doce de la mañana por la paz y las familias. En la capilla destaca el
retablo barroco de su altar mayor está dedicado a la Virgen de la Anunciación,
patrona de Baiona. Allí, como no podía
ser de otro modo, rezamos el Santo Rosario acompañados de las monjas y después
charlamos con las mismas. También en ellas se les veía cara de felicidad, no
les faltaba una sonrisa y tampoco un rosario para regalarnos, pidiéndonos no
olvidarnos de rezarlo cada día.
De allí a San Vicente de Trasmañó en Redondela,
al Convento Benedictino, donde hay que subir y subir y seguir subiendo para llegar
a un imponente edificio moderno de ladrillo rojo y tener unas vistas
inmejorables de la ría. Las Monjas llevan allí desde 1984 tras trasladarse del
Convento de San Benito, de la Transfiguración del Señor de A Guarda. Aquí asistimos al rezo de las vísperas, más
bien al canto, donde las monjas, cantaron íntegramente las vísperas correspondientes
al día de la Santísima Trinidad. Estaban invitadas todas las parroquias de la
diócesis, por lo que nos juntamos buena cantidad de gente. Tras el rezo de las vísperas,
las monjas nos ofrecieron un aperitivo para reponer fuerzas, con unas pastas y
bollos hechos por ellas y de los que dimos buena cuenta y que la mayoría compró
para seguir degustando en casa compartiendo con los que no fueron.
Una tarde distinta para un
domingo distinto.
F.G.M.
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