¡Oh
Virgen de los Liñares, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú,
desde este templo manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que
solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y
preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre
de misericordia, maestra del sacrificio escondido y silencioso, a Ti, que sales
al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo
nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros
trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Queremos
ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a
Jesucristo en su Iglesia; no nos sueltes de tu mano amorosa.
Concede
a nuestros hogares la gracia de amar y respetar la vida que empieza, con el
mismo amor con que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa
María, Madre del Amor Hermoso. Protege a nuestra familias, para que estén
siempre muy unidas y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza
nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si
caemos, ayúdanos a levantarnos a volver a Él mediante la confesión de nuestras
culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los Santos
Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así,
Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres
de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera
paz, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de
los siglos.
Amén.
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