domingo, 23 de septiembre de 2018

DOMINGO XXV ORDINARIO "EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO, QUE SEA EL ÚLTIMO"

A lo largo del camino, Jesús va enseñando a los discípulos. Como cualquier estudiante en cualquier colegio del mundo, los discípulos no lo entienden todo a la primera. A veces, ni a la segunda. Pero Jesús, el buen maestro, no pierde la calma. Y repite la explicación. Eso es lo que se ve en el Evangelio de hoy. En camino a casa, Jesús hace por segunda vez una «predicción de su pasión». La primera fue entregada a los conmocionados discípulos en Cesarea de Filipo. Ahora Jesús les recuerda que el Hijo del Hombre (el título que Jesús usa para referirse a sí mismo para revelar que es el Mesías) pronto será entregado a los hombres que lo van a matar. Continúa para asegurarles que después de tres días en la tumba volverá a la vida.

Los discípulos lo escuchan hablar, pero no comprenden esta difícil declaración, mayormente la parte sobre volver a la vida después de estar muerto por tres días. Tienen confianza de que ellos siempre estarán con él y así podrán protegerlo si fuera necesario. Creo que el silencio de ellos aquí habla mucho sobre sus planes personales de proteger a Jesús de aquí en adelante.

Jesús hace una pregunta directa. «¿Qué venían discutiendo ustedes por el camino?». No hay ninguna respuesta. Jesús sabe que algunos en el grupo habían estado argumentando sobre quién entre ellos era el más importante a la vista de Jesús. ¿Quién era el más favorecido por el Señor?

Es fácil imaginar que cada uno se está preguntando quién, entre los tres, es el favorito de Jesús. Aquí, él es muy astuto, y responde a su propia pregunta, tomando a un niño, poniéndolo en medio de ellos, con la intención de enseñar a sus discípulos reunidos que quien reciba a un niño así, en su nombre, recibe no solo a Jesús sino también al Padre que lo envió.

Hoy nosotros seguimos necesitando escuchar esa lección de vez en cuando. Porque en nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras comunidades, de vez en cuando hay brotes de violencia, de envidia, hay rencores que no nos dejan vivir en paz y que nos amargan la existencia, hay demasiadas aspiraciones a los primeros puestos, a ser importantes. Hoy nos viene bien que Jesús nos repita la lección: “El que quiera ser el primero...”


No hay comentarios:

Publicar un comentario