El evangelio de Lucas nos
presenta a Jesús, en su camino a Jerusalén, que hace una pausa en casa de Marta
y María. Ya es sintomático que se nos describa esta escena en la que el Señor
entra en casa de unas mujeres, lo que no podía ser bien visto en aquella
sociedad judía. Pero el evangelista Lucas es el evangelista de la mujer y pone
de manifiesto aquellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la comunidad
cristiana. Sin la cooperación de la mujer, el evangelio hubiera sido
excluyente. Muchos pensaron que se trataba de defender la vida contemplativa
respecto de la vida activa o apostólica. La polémica entre la vida activa y la
vida contemplativa sería empequeñecer el mensaje de hoy, porque debemos
armonizar las dos dimensiones en nuestra vida cristiana.
Lo que Lucas subraya con énfasis
es la actitud de escuchar a Jesús, al Maestro, quien tiene lo más importante
que comunicar. No quería decir Jesús que “un solo plato basta”, como algunos
han entendido, sino que María estaba eligiendo lo mejor en ese momento que él
las visita. Este episodio, todavía hoy, nos sugiere la importancia de la
escucha de la Palabra de Dios, del evangelio, como la posibilidad alternativa a
tantas cosas como se dicen, se proponen y se hacen en este mundo. Jesús es la
palabra profética, crítica, radical, que llega a lo más hondo del corazón, para
iluminar y liberar. Ya es sintomático, como hemos apuntado antes, el detalle
que Lucas quiera poner de manifiesto el sentido del discipulado cristiano de
una mujer en aquél ambiente.
Tampoco se debería juzgar que
Marta es desprestigiada, ¡ni mucho menos!, ¡está llevando a cabo un servicio!,
pero tiene que saber elegir. Muchas veces, actitudes contemplativas pueden
ocultar ciertos egoísmos o inactividad de servicio que otros deben hacer por
nosotros. Porque Jesús, camino de Jerusalén, ha pasado por su lado y es posible
que en su afán no supiera, como María, que tenía que dejar huella en su vida.
María se siente auténtica discípula de Jesús y se pone a escuchar como la única
cosa importante en ese momento. Y de eso se trata, de ese ahora en que Dios, el
Señor, pasa a nuestro lado, por nuestra vida y tenemos que acostumbrarnos a
elegir lo más importante: escucharle, acogerle en lo que tiene que decir,
dejando otras cosas para otros momentos. Lucas, sin duda, privilegia a María
como oyente de la palabra y eso, en este momento de subida a Jerusalén, es casi
decisivo para el evangelista. Se quiere subrayar cómo debemos, a veces,
sumergirnos en los planes de Dios. De eso es de lo hablaba Jesús camino de
Jerusalén (según Lucas) y María lo elige como la mejor parte. Marta… no ha
podido desengancharse… y ahora debiera haberlo hecho.
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