En primer lugar, lo más importante que hay que
tener en cuenta es que la Biblia no nos enseña ciencia. Como decía ya San
Agustín “la Biblia no nos dice cómo van los cielos sino cómo se va al cielo”
que es más importante. Por lo tanto, ni le podemos pedir a la Biblia que nos enseñe
ciencia, ni le podemos pedir a la ciencia que nos enseñe teología. Son dos
maneras parciales de conocer, pero no abarcan todo.
En segundo lugar, la Biblia se escribió
para enseñar ideas de valor teológico a gente que no tenía ninguna base
científica. Hablarles de microbios hace 5000 años a los nómadas de Palestina
sería como hablar en chino a un español. Hablarles de las fuerzas de la materia
que rigen en el universo, de átomos, absurdo. De modo que no debemos buscar en
la Biblia lo que no hay, ya que no sería comprensible para aquellos a quienes
se dirigía.
El Génesis nos dice de una manera
muy poética lo que era importante para la gente de aquel entorno y de aquel
tiempo, que todo cuanto hay de bueno y de orden en el universo viene de Dios y
que todo está dirigido al bien del hombre, porque el universo está hecho para
nosotros, para que nosotros podamos conocer a Dios y finalmente participar
también de su vida y de su felicidad.
Lo explica como una historia,
cuento, parábola, etc. de un padre que prepara una casa para sus hijos. La
Biblia nos dice como Dios prepara el universo para que sea la casa del ser
humano que va a ser imagen viviente de Dios.
Y así en esos seis días de la
creación hay tres días en que se prepara el terreno y el entorno para la casa y
otros tres días en que se amuebla.
El primer día todo es un caos y
para un israelita el caos por excelencia era un mar alborotado, de modo que lo
primero que hay es un mar tenebroso, oscuro y todo alborotado. Por lo tanto, el
primer paso del creador es decir que haya luz, y Dios hace la luz ¿Y de dónde
viene la luz? Pues no hay estrellas, no hay sol. Para aquella gente no
importaba, Dios puede hacer que haya luz, ¿por qué ha de ser del sol o de las
estrellas? Ya tenemos la luz y Dios separa un período de luz de un período de
tinieblas. El primer día está concluido. Y ¿qué es un día? Pues un periodo de luz
seguido de un periodo de tinieblas ¿tiene que tener 24 horas? No, eso no era importante.
Al inicio del segundo día todo
está revuelto, hay que hacer un hueco en ese mar tenebroso. Los antiguos tenían
una idea muy poética de que llueve porque hay agua allá arriba y se cae y que
se hace un pozo y aparece agua porque hay agua allá abajo. Parece como si el
mundo fuera una especie de cueva dentro de un entorno de agua. Pero para que haya ese espacio libre hay que
hacer una bóveda, que no se ve porque es transparente, pero que separa las
aguas de arriba para que no caigan y otro lugar abajo para que quede el resto
del agua. Esto se hace el segundo día.
El tercer día por ahora solo hay
agua y esa bóveda con más agua encima. Hay que hacer un lugar seco. Para los
antiguos, que no conocían que los continentes se mueven y que cambian las
cuencas de los océanos etc., el mar está donde está porque Dios le da una orden,
ese es su sitio, y separa las aguas quedando tierra seca y los océanos. Y en esa
tierra seca Dios comienza poniendo hierba, porque la hierba va a ser necesaria
para que pueda luego haber animales.
En el cuarto día Dios empieza a
decorar la casa. Lo primero que hace es poner unas lámparas bonitas en el cielo,
el sol para que presida al día y a la luna para que presida a la noche y las
estrellas. Todo eso está en esa bóveda transparente. Las estrellas y el sol y
la luna eran importantes para los israelíes porque se dan cuenta de que no era
verdad que las estrellas y los astros fuesen dioses, que no era verdad que
dirigían los destinos humanos, que toda la astrología es puro cuento, que los
astros son servidores de Dios y servidores del hombre, que sirven para que haya
estaciones, para marcar un calendario con fiestas religiosas y que pueda haber
orden en la vida. Y por fin cuando ya está preparado el lugar entonces Dios
hace los animales primero en el agua y en el aire luego en la tierra y cuando
todo está preparado entonces puede ya hacer al hombre a su imagen y semejanza.
De modo que es una historia,
cuento, parábola, o como queramos llamarlo, de como Dios hace todo con un orden,
para bien de hombre. Esto está en contraposición a todo lo que decían los
paganos, que la tierra era lo más primitivo, que de la tierra nacían los dioses,
que los dioses no tenían omnipotencia que no eran tampoco capaces de soportarse
unos a otros y tenían luchas. Todo ello queda borrado de este modo tan hermoso
de la Biblia, hablar de como Dios crea todo para bien del ser humano, para
nuestro bien, porque nosotros somos los únicos que conocemos a Dios y obramos
libremente y por eso somos y fuimos creados a su imagen y semejanza.
Padre Manuel
Carreira, teólogo, filósofo y astrofísico