Querido D. Juan Benito,
Hoy, al despedirnos de usted tras
ocho años compartiendo la vida parroquial, lo hacemos con el corazón lleno de
sentimientos encontrados. Su presencia entre nosotros ha dejado huella, y con
el paso del tiempo, cada uno sabrá reconocer lo que su ministerio ha aportado a
esta comunidad.
Durante este tiempo, hemos sido testigos de su incansable dedicación tanto en el cuidado espiritual como en las muchas mejoras materiales que se han llevado a cabo en nuestra parroquia. Gracias a su esfuerzo y entrega, la Iglesia, la Capilla, el cementerio y sus alrededores han experimentado importantes renovaciones que perdurarán como testimonio de su paso por nuestra comunidad (se pueden consultar en la web parroquial:
https://parroquiasanmiguel8.wixsite.com./principal )
Pero, más allá de lo visible,
valoramos especialmente su trabajo pastoral, su presencia constante en los
sacramentos, y su deseo de fortalecer la vida cristiana en cada rincón de
nuestra parroquia.
Hemos compartido caminos de fe,
celebraciones, dificultades y también momentos de crecimiento como comunidad.
No han faltado desafíos, y somos conscientes de que ha sido un camino con luces
y sombras, como toda convivencia sincera. Sabemos que su manera de hablar no
siempre fue fácil de entender o aceptar, y que a veces las palabras dolieron
más de lo que ayudaron y en ocasiones las formas de comunicar han generado
tensiones y opiniones diversas. Sin embargo, también sabemos que detrás de cada
palabra y de cada decisión siempre hubo un profundo amor por Jesucristo y una
sincera devoción por nuestra querida Virgen de los Liñares.
Lo que nadie puede negar es su
pasión por Cristo, su fidelidad a la Iglesia y su inmenso amor por nuestra
Virgen de los Liñares. La devoción con la que celebró cada Eucaristía, la
fuerza con la que nos habló de Dios, y la forma en que defendió su vocación y
su incansable labor por mantener viva nuestra comunidad parroquial nos dejan
una huella que no se borra.
Hemos crecido como comunidad
gracias a su acompañamiento, y hoy podemos decir con orgullo que ha formado
parte de nuestra historia y de nuestras vidas.
Gracias por su tiempo, por su
servicio, por sus oraciones y también por sus silencios. Gracias por haber
estado, incluso en los momentos en que era difícil hacerlo.
Sabemos que el Señor le llama
ahora a continuar su misión en otro lugar, que su nueva comunidad recibirá a un
gran sacerdote, y aunque nos duele verle partir, también confiamos en que allí
donde vaya, seguirá sembrando esperanza, fe y amor, como lo ha hecho aquí. Le
acompañamos con nuestra oración y pidiendo que el Espíritu Santo le siga
iluminando en esta nueva etapa, con el deseo sincero de que el Señor le siga
fortaleciendo en su misión, y que la Virgen de los Liñares —a quien tanto ha
amado y venerado— le acompañe y que lo proteja siempre.
Le deseamos lo mejor en esta
nueva etapa de su vida pastoral.
Con cariño y gratitud.
Su comunidad parroquial de San Miguel de Oia
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