El Evangelio de hoy nos
cuenta cómo Jesús multiplicó unos pocos panes y peces y dio de comer a una
multitud. Se dice que eran cinco mil hombres, sin contar a las mujeres ni a los
niños. Eran gente desesperada. Quizá por eso habían abandonado sus casas y se
habían lanzado al desierto a seguir a aquel predicador. Le seguían esperando
quizá encontrar una palabra de aliento, algo que les infundiese nueva
esperanza.
El milagro
de Jesús no sólo consiste en darles de comer. Lo más importante es que consigue
hacer de aquella multitud una familia que, sentados juntos, comparten la
comida. Hace de ellos una fraternidad. Por eso termina sobrando comida. Si no
se hubiese dado ese cambio cualitativo en la relación entre aquellas personas,
no habría sobrado nada. Seguro que todos hubiesen luchado por acaparar toda la
comida posible. No habrían hecho más que mirar por sus intereses, por saciar su
hambre, la de entonces y la del día siguiente. No había ninguna razón para
compartir con los otros. Pero se produce el milagro. Jesús les hace descubrir
que, al compartir el pan, se empieza a vivir de una forma nueva, que el
bienestar del otro es la condición de mi bienestar, que en familia es mucho más
fácil satisfacer la necesidad y que termina por sobrar pan.
Al hacer el milagro, Jesús da una
nueva esperanza a aquellas personas. Jesús, mensajero y vocero de Dios, da
esperanza a los que están desesperados, acoge en familia a los que están solos
y da de comer a los que tienen hambre. En el mundo hay comida de sobra para que nadie muera de hambre. Lo único que falta es corazón para compartir. El problema del hambre en el mundo es nuestro egoísmo. Porque hay tan poco corazón como para dejar morir a personas como nosotros. Eso quiere decir el evangelio de hoy y cómo Jesús, que tiene corazón, pide a quien tiene, que comparta con los que no tienen.
Debemos ser portadores de esta nueva esperanza
para nuestro mundo. Los cristianos nos
comprometemos a reunir, a compartir lo que tenemos, a acoger. No queremos
dividir ni odiar ni separar. Creemos que podemos vivir unidos en el amor con el
vínculo de la paz. Creemos que es posible superar el odio que mata y destruye. A
eso nos comprometemos para esta misma semana que comienza.
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