La lectura del evangelio expone
una ocasión clave de la vida de Jesús. Es el momento de ir a Jerusalén; es el
comienzo del “viaje hacia la ciudad Santa” El texto de hoy está formado por dos
narraciones: la repulsa de Jesús en Samaría y las exigencias del discipulado.
Él no hizo discípulos enseñándoles una doctrina, como los rabinos, sino enseñándoles
a vivir de otra forma y manera.
La renuncia a la violencia que
propugnan los hijos del Zebedeo porque no ha sido Jesús recibido en Samaría es
ya una declaración de intenciones. Lo es también que el profeta galileo vaya a
Jerusalén pasando por el territorio de los herejes samaritanos para anunciarles
también el mensaje del Reino. Son rechazados y Jesús cuenta con ello, pero no
se le ocurre incitar a la condena y a la violencia. Éste es un aspecto
determinante del “seguimiento” de Jesús según Lucas.
Por eso, inmediatamente después
de la decisión de Jesús, se nos presenta el conjunto de las llamadas de Jesús a
seguirle. La idea de seguir a Jesús nos
hace pensar en la vocación. Todos somos llamados por Jesús a seguirle. Por otra
parte es cierto que sólo a algunos se les invita a cambiar de estilo de vida, a
asumir una nueva forma de vida en la Iglesia con respecto a la que
tenían.
¿Qué significa seguir a
Jesús para los cristianos en general? En el Evangelio de hoy parece que Jesús
pone las cosas difíciles a los que quieren seguirlo. A uno le promete vivir en
la más total de las pobrezas –“las zorras tiene madriguera pero el Hijo no
tiene donde reposar la cabeza”–, a otro le pide que abandone a su familia sin
siquiera enterrar a su padre –para los judíos enterrar a los muertos es uno de
los más sagrados deberes, cuánto más al padre–, a otro le impide incluso
despedirse de su familia. La llamada de Jesús es una llamada radical que
descoloca a las personas de su vida para ponerlas al servicio del Reino.
¿Para qué seguir a Jesús? ¿Por
qué romper con las ideologías familiares? ¿Por qué no mirar hacia atrás? Porque
la tarea del Reino de Dios exige una mentalidad nueva, liberadora. Los
seguidores de Jesús tienen que estar en camino, como Él; el camino es la vida
misma desde una experiencia de fraternidad.
El discípulo de Jesús se abre a
un horizonte nuevo, a una familia universal, a una religión de vida y no de
muerte. Las palabras del seguimiento son rupturistas, pero no angustiosas; son
radicales, utópicas si queremos, porque van a la raíz de la vida y porque son
las que transformas nuestra vida y nuestro entorno social y religioso. Jesús
quiere que le sigamos para hacer presente el reinado de Dios en este mundo. Y
el Reino de Dios es lo único que puede traer la libertad a quien la anhela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario