domingo, 15 de diciembre de 2019

III DOMINGO DE ADVIENTO "¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR...?"


Es durante el encarcelamiento de Juan, que al oír hablar «de las obras del Mesías», «mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”».

Llama la atención que quien manda a sus discípulos a hacer esta pregunta es el mismo que poco antes, cuando bautizaba en el Jordán, había dicho de Él: «Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel». Es de Él de quien había dado incluso testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él» y también: «Yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios». ¿Por qué entonces manda a preguntar ahora a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?”».

Conviene entender que para ese momento Juan tenía muchos discípulos y ejercía una fuerte influencia sobre multitudes, y «como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Mesías» Juan, no cabe duda, era un personaje muy importante. Pero, ¿era él el enviado de Dios? Juan sabía perfectamente que Jesús era el Mesías, ¿pero ¿cómo hacer para que sus discípulos y seguidores entendiesen que el Señor Jesús, y no él, era en realidad el Cristo? ¿Cómo “disminuir” él para que Jesús creciese?

Si Juan envía a sus discípulos con esta pregunta no es porque él dude, sino para que sus discípulos crean que Jesús es el Mesías esperado por Israel. ¿Y qué mejor que el testimonio de las mismas obras? Por ello el Señor Jesús responde: «Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio». En Él se cumple lo que Isaías había anunciado: «Miren a su Dios… viene en persona a salvarlos. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará». Él es el Mesías, es Dios mismo que viene a salvar a su pueblo.

Para ser humildes y sencillos como el Señor, debemos ver en los milagros anunciados por el Profeta Isaías y realizados por Jesús, los milagros que puede hacer en cada uno de nosotros, especialmente en este tiempo de Adviento:  ciegos que ven, sordos que oyen, mudos que hablan, cojos que andan, etc.

¿Y Jesús ya no hace milagros?  Es cierto que veces se sabe de curaciones milagrosas, exorcismos, etc. que suceden aquí o allá.  Pero son muchos los milagros que Jesús puede hacer –y de hecho hace- si nos disponemos.   Tiempo propicio para ello es éste de preparación llamado Adviento.

Porque el Mesías, el Salvador del Mundo, Jesucristo, volverá, y debemos estar preparados.  Y la mejor preparación es dejarnos sanar por Jesús que ya vino hace dos mil años y que continúa estando presente en cada uno de nosotros haciendo milagros con su Gracia. 

Jesús curó ciegos… dispongámonos a que cure nuestra ceguera, para que podamos ver las circunstancias de nuestra vida como El las ve.  Jesús curó sordos… Él puede curar la sordera de nuestro ruido, que no nos deja oír bien su Voz y así podamos seguirle sólo a Él.

Jesús curó mudos… ¿y en qué somos mudos nosotros?  En que no hablamos de Él y de su mensaje.  ¡Los católicos estamos enmudecidos!  Pero Él puede curar esa mudez que tenemos y que nos impide evangelizar.  ¡Porque la Nueva Evangelización es trabajo de todos y cada uno de nosotros!

Hay que aprovechar todas las gracias derramadas en este Adviento, para prepararnos a la llegada del Mesías.

Feliz Domingo.


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