Juan era ese a quien el profeta
Isaías describió como la “voz que clama en el desierto”; aquel que viene a
despertar los corazones adormecidos: “Preparen el camino del Señor, enderecen
sus senderos” (Mt 3. 1-2). Nuestra respuesta debe ser alejarnos del pecado y
preparar el corazón para recibir al Señor Jesús. El Espíritu nos llama a
reconciliarnos con Dios, acercándonos al sacramento de la Reconciliación
(confesión).
En la segunda semana de Adviento,
la Iglesia motiva a sus hijos a acoger el don de la reconciliación mediante la
Confesión. Este es un sacramento que nos devuelve la amistad con el Señor,
debilitada por el pecado. No olvidemos que la Confesión, además de concedernos
el perdón, nos fortalece para no volver a pecar. Meditemos el Evangelio de hoy
(Mateo 3, 1-12).
La segunda vela encendida en la
corona representa la fe que se enciende en medio de la espera, y nos recuerda
que el Señor viene no solo en Navidad, sino cada vez que abrimos el corazón a
su presencia.
Pidamos a María, Madre de la
Esperanza, que nos enseñe a esperar con alegría y a preparar nuestro corazón
para recibir al Salvador.
Feliz Domingo.

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