En el rito romano, la celebración
litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús es una solemnidad que se festeja el
viernes posterior al segundo domingo después de Pentecostés, aunque todo el mes
de junio está, de algún modo, dedicado por la piedad cristiana al Corazón de
Cristo.
La devoción al Corazón de Jesús
es de origen medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa
Gertrudis de Helfta y santa Ángela de Foligno los testimonios más antiguos. Sin
embargo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la
conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque, de la Orden de
la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció en Paray-le-Monial,
Francia, solicitando, que se le venerase. Su Corazón estaba rodeado de llamas
de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre
y, del interior de su corazón, salía una cruz, entre tanto le dijo: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por
los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio,
indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que
traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de
personas consagradas especialmente a mi servicio."
Los jesuitas extendieron la
devoción por el mundo a través de los miembros de la Compañía, y los libros de
los jesuitas Juan Croisset y José de Gallifet fueron fundamentales para esta
difusión. A pesar de controversias y de opositores, como los jansenistas, los
fieles confiaron en la promesa que Jesús hizo a la santa: "Mi
Corazón reinará a pesar de mis enemigos".
ORACIÓN DE ABANDONO
Tómame Señor Jesús, con todo lo
que soy; con todo lo que tengo y lo que hago, lo que pienso y lo que vivo.
Tómame en mi espíritu, para que se una a Ti; en lo más íntimo de mi corazón,
para que solo te ame a Ti. Tómame, Dios mío, en mis deseos secretos, para que
sean mi sueño y mi único fin, mi total adhesión y mi perfecta felicidad. Tómame
con tu bondad, llevándome a ti. Tómame con tu dulzura, acogiéndome a Ti. Tómame
con tu amor, uniéndome a Ti. Tómame mi Salvador, en tu dolor, tu alegría, tu
vida, tu muerte, en la noche de la cruz, en el día de la resurrección. Tómame
con tu poder, elevándome hasta Ti. Tómame con tu ardor, inflamándome de Ti.
Tómame con tu grandeza, perdiéndome en Ti. Tómame para tu misión, para una
entrega total, para servir y amar a mis hermanos. Tómame, oh Cristo mi Dios,
Corazón amado, sin límites y sin fin. Toma lo que puedo ofrecerte, y que pueda
poseerte a Ti en el abrazo del cielo, tenerte y conservarte para siempre, por
los siglos de los siglos. Amén
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