viernes, 8 de junio de 2018

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.


En el rito romano, la celebración litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús es una solemnidad que se festeja el viernes posterior al segundo domingo después de Pentecostés, aunque todo el mes de junio está, de algún modo, dedicado por la piedad cristiana al Corazón de Cristo.

La devoción al Corazón de Jesús es de origen medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de Helfta y santa Ángela de Foligno los testimonios más antiguos. Sin embargo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque, de la Orden de la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció en Paray-le-Monial, Francia, solicitando, que se le venerase. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz, entre tanto le dijo: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."

Los jesuitas extendieron la devoción por el mundo a través de los miembros de la Compañía, y los libros de los jesuitas Juan Croisset y José de Gallifet fueron fundamentales para esta difusión. A pesar de controversias y de opositores, como los jansenistas, los fieles confiaron en la promesa que Jesús hizo a la santa: "Mi Corazón reinará a pesar de mis enemigos".

ORACIÓN DE ABANDONO

Tómame Señor Jesús, con todo lo que soy; con todo lo que tengo y lo que hago, lo que pienso y lo que vivo. Tómame en mi espíritu, para que se una a Ti; en lo más íntimo de mi corazón, para que solo te ame a Ti. Tómame, Dios mío, en mis deseos secretos, para que sean mi sueño y mi único fin, mi total adhesión y mi perfecta felicidad. Tómame con tu bondad, llevándome a ti. Tómame con tu dulzura, acogiéndome a Ti. Tómame con tu amor, uniéndome a Ti. Tómame mi Salvador, en tu dolor, tu alegría, tu vida, tu muerte, en la noche de la cruz, en el día de la resurrección. Tómame con tu poder, elevándome hasta Ti. Tómame con tu ardor, inflamándome de Ti. Tómame con tu grandeza, perdiéndome en Ti. Tómame para tu misión, para una entrega total, para servir y amar a mis hermanos. Tómame, oh Cristo mi Dios, Corazón amado, sin límites y sin fin. Toma lo que puedo ofrecerte, y que pueda poseerte a Ti en el abrazo del cielo, tenerte y conservarte para siempre, por los siglos de los siglos. Amén




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