miércoles, 13 de junio de 2018

SAN ANTONIO DE PADUA


Hace unos días, estando de vista en un monasterio franciscano, me llamó la atención que en su iglesia existía una imagen del Santo, no era de extrañar ya que fue sacerdote de Orden Franciscana, pero haciendo memoria recordé como en la mayoría de las iglesias en las que he entrado hay una imagen del Santo, incluso en el Vaticano hay una enorme. Pregunté por esa coincidencia y aunque me dieron explicaciones varias, mi curiosidad aumentó y eso me llevó a indagar por la red para interesarme por él.

Buscando encontré biografías, milagros, oraciones y mil cosas sobre su persona.

Empezando que es portugués, su nombre Fernando, de familia adinerada y el segundo santo más rápidamente canonizado por la Iglesia. Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa pero su familia le hizo abandonar. Renunció a la herencia familia y se fue a Coimbra a un importante centro de enseñanza religiosa. Parece que fue allí donde conoció a la pequeña comunidad franciscana y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza y decidió ingresar en la nueva orden. Tras un breve noviciado, embarcó hacia Marruecos junto con otro hermano de orden. Sin embargo, al poco de desembarcar contrajo la malaria, enfermedad que le dejaría secuelas para toda la vida; convaleciente todo el invierno, se vio obligado a abandonar el país.

Quiso volver a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia, y allí permaneció para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las Esteras", que convocó a tres mil franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió no regresar a Coímbra. Ya con buena salud, San Antonio de Padua predicó en la catedral de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad) con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos por lo que su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Después por Francia para combatir la herejía que consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos.

A la muerte de San Francisco fue nombrado provincial de Romaña, pero a causa de su mala salud, pidió que le retirasen del cargo.  El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó "Arca del Testamento".

Después se trasladó a Padua donde por petición del cardenal Rinaldo Conti, (el futuro Alejandro IV), escribió una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del "Estatuto de San Antonio").

El 13 de junio moría en Arcella cuando lo trasladaban a Padua. No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.

Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, San Antonio de Padua dejó varios tratados de mística y de ascética; todos sus sermones fueron publicados. Fue proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946 por el papa Pio XII.
Un año después de su muerte fue canonizado, y su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV.

Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de su lengua, lo que provocó una nueva oleada de devoción.

La primera biografía de Antonio de Padua, escrita por un autor anónimo contemporáneo suyo decía:
“Reconducía a la paz fraterna a los desavenidos, [...] hacía restituir lo sustraído con la usura y la violencia [...]. Liberaba a las prostitutas de su torpe mercado, y disuadía a ladrones famosos por sus fechorías de meter las manos en las cosas ajenas [...]. No puedo pasar por alto cómo él inducía a confesar los pecados a una multitud tan grande de hombres y mujeres, que no bastaban para oírles ni los religiosos, ni otros sacerdotes, que en no pequeña cantidad lo acompañaban.”

San Antonio es conocido también como el Santo de los Milagros, o el Taumaturgo, o sea, aquel que obra prodigios. Son muchos los milagros atribuidos a San Antonio, muchos según la tradición obrados en vida, como el del  bebé que habló para decir quién era su padre, la predicación a los peces ante el nulo caso que le hacía la gente, la mula que prefiere arrodillarse frente al Santísimo antes que comer, o la resurrección de un bebé que se había ahogado y que gracias a la invocación de la madre al Santo, prometiendo entregar tanto pan como pesa su bebé a los pobres, resucita, y así nace la tradición del pan de San Antonio o pan de los pobres.

Cuentan que antes de morir en su retiro se le veía en su habitación con el Niño Jesús en sus brazos, de ahí que la iconografía lo represente así.

Es el patrón de  franciscanos, contra los naufragios, contra el hambre, indios americanos, animales domésticos, ancianos, pescadores, cosechas, pérdida de objetos, pobreza, mujeres embarazadas, contra la esterilidad, marineros, así como de Portugal, Lisboa, Paderborn y Padua.

Famosa es la oración para la recuperación de los objetos perdidos o la petición de las mujeres para encontrar marido.

Algo aprendí después de todo de este Santo que tanta devoción tiene en todo el mundo y que tantos milagros obra. Ahora sé por qué está en tantas y tantas iglesias.

F.G.M.

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