sábado, 9 de junio de 2018

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


El Inmaculado Corazón de María es una devoción mariana católica que ganó un lugar destacado por medio de las apariciones de Fátima y encontró el reconocimiento definitivo por las revelaciones de Jesucristo hechas a la Beata Alejandrina de Balazar. Esta devoción consiste en la veneración del Corazón de la Santísima Virgen María, madre de Jesús.

Sin embargo, hay indicios y menciones devocionales al Corazón de la Santísima Virgen María, madre de Jesús en textos de diversos padres de la Iglesia, que son retomados en el siglo XVII, como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes (1601-1680), misionero francés fundador de la Congregación de Jesús y María.

San Juan Eudes fue quien promovió la celebración litúrgica del Inmaculado Corazón de María; aunque su aprobación por la Santa Sede no llegó hasta 1855. En 1914, con ocasión de la reforma del misal romano, la fiesta del Corazón de María fue trasladada del cuerpo del misal a un apéndice del mismo, entre las fiestas pro aliquibus locis.

Hubo muchas peticiones para que esta fiesta se extendiera a toda la Iglesia, en especial las peticiones de los Claretianos.El 31 de octubre de 1942 y luego, de manera solemne, el 8 de diciembre en la Basílica de San Pedro, cumpliéndose el 25 aniversario de las apariciones de Fátima, Pío XII consagró la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María.

El 4 de marzo de 1944, con el decreto Cultus liturgicus, el pontífice extendió a toda la Iglesia latina la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María, y asigno como día propio el 22 de agosto, que es la octava de la Asunción, y elevándola a rito doble de segunda clase.

Oración (acto de consagración al Inmaculado Corazón de María)

Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma, mis pensamientos y mis acciones 
Quiero ser como tú quieres que sea, hacer lo que tú quieres que haga.
No temo, pues siempre estás conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús, con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo. Amén.



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