El Reino de Dios se parece a...
El mensaje fundamental de Jesús
fue el anuncio del Reino de Dios. Y para ello escogió un lenguaje sencillo
a través de comparaciones y parábolas fácilmente
comprensibles para los que le escuchaban, campesinos pobres en su mayoría pero
también letrados y estudiosos de la ley.
Pero, ¿qué
es el Reino? Sorprendentemente, Jesús no lo dice nunca. Suele hablar del Reino.
Sus parábolas aluden a diversos aspectos del Reino. Pero nunca lo definen del
todo. Sus oyentes van entendiendo poco a poco. Casi podríamos decir que en la
medida en que quieren entender. Porque seguro que algunos de los que fueron a
escucharle se alejaron de él pensando que aquel hombre no hacía más que contar
historietas para niños.
Hoy el
Evangelio nos trae a la memoria dos parábolas de Jesús. Una acentúa el aspecto
misterioso del crecimiento. El Reino se parece a la semilla que siembra el
campesino y que luego crece sin que nadie sepa cómo en la oscuridad de la
tierra. Pero crece y termina dando su fruto. Da lo mismo que el campesino
duerma o esté en vela. Llegará el momento en que lo único que tendrá que hacer
será recoger la cosecha. La otra dice que el Reino se parece a la semilla de
mostaza, la más pequeña de las semillas, pero que luego se hace tan grande que
hasta los pájaros del cielo se cobijan en la planta que sale de aquella
semilla. También el Reino crecerá hasta acoger a todos los hijos de Dios sin
excepción.
Es que el
Reino es la obra de Dios que completa misteriosamente su creación, contando
ciertamente con la colaboración del hombre ciertamente pero no sólo. Porque la
gracia de Dios actúa incluso cuando el hombre duerme. Así es el Reino, mucho
más grande que la Iglesia, que apenas es su signo visible. Los cristianos nos
comprometemos a trabajar al servicio del Reino, a preparar el campo para que
reciba la semilla del Reino. Y Dios será el que, muchas veces sin que nos demos
cuenta, hará que crezca en lugares y formas que no podemos imaginar. Porque el
campo de Dios es el mundo y la semilla la planta en los corazones de todas las
personas que son sus hijos e hijas. Por eso, los cristianos vivimos guiados por
la fe, como dice Pablo en la lectura de la segunda carta a los corintios. Hoy,
quizá, no vemos el resultado de la obra de Dios que construye el Reino, pero
estamos seguros de que él llevará a buen término su obra. Hasta que llegue a su
plenitud.
https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/?f=2018-06-17
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