martes, 9 de abril de 2019

LA MUERTE NO ES NADA

Carta de Santa Mónica a su hijo San Agustín

La muerte no es nada.
No he hecho más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo. Vosotros seguís siendo vosotros.
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dadme el nombre que siempre me disteis
Habladme como siempre me hablasteis
No empleéis un tono distinto.
No adoptéis una expresión solemne ni triste.
Seguid riendo con lo que nos hacía reír juntos.
Rezad, sonreid, pensad en mí y rezad conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue.
Sin énfasis alguno, sin huella alguna de sombra.

La vida es lo que siempre fue, el hilo no se ha cortado.
¿Por qué habría de estar yo fuera de vuestros pensamientos?
¿Sólo porque estoy fuera de vuestra vista?
No estoy lejos, sólo a la vuelta del camino...
Lo veis, todo está bien...
Volveréis a encontrar mi corazón,
Volveréis a encontrar ternura acendrada.
Volveréis a encontrar lágrimas y no lloréis si me amáis.

No lloréis si me amáis,
Si conociérais el don de Dios y lo que es el cielo,
Si pudiérais oir el cántico de los ángeles
Y verme en medio de ellos,
Si pudiérais ver desarrollarse ante vuestros ojos,
Los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso,
Si por un instante pudiérais contemplar como yo,
La belleza ante la cual las bellezas palidecen.
Vosotros me habéis visto,
Me habéis amado en el país de las sombras
¿No os resignáis a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?

Creedme.
Cuando la muerte venga a romper las ligaduras
Como ha roto las que a mí me encadenaban,
Cuando llegue un día que Dios ha fijado y conoce,
Y vuestras almas vengan a este cielo en que os ha precedido la mía,
Ese día volveréis a verme,
Sentiréis que os sigo amando, que os amé,
Y encontraréis mi corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volveréis a verme en transfiguración, en éxtasis feliz,
Ya no esperando la muerte, sino avanzando conmigo,
Os llevaré de la mano por senderos nuevos de luz y de vida,
Bebiendo con embriaguez a los pies de Dios,
Un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjugad vuestro llanto y no lloréis si me amáis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario