De Paulo Coelho
En uno de mis libros, "La
quinta montaña", el personaje principal se rebela contra los designios de
Dios, y ya no quiere escucharlo. Me inspiré en un pasaje bíblico, en el cual
Jacob lucha con Dios adentro de una tienda, y sólo lo deja partir después que Él
lo bendice.
De la misma manera que un joven
saludable precisa tener una dosis de rebelión necesaria para enfrentarse con
sus padres e imponer su Leyenda Personal, Dios también desea que ejerzamos,
cada minuto de nuestras vidas, el poder de nuestras decisiones. Es muy fácil
pasarle la responsabilidad a los demás (y a Él), sólo para después culpar al
mundo por la injusticia que padecemos, y por nuestro fracaso interno. ¿Pero
adónde nos lleva esto? A ningún lado.
Dios nos escucha. Dios nos toma
en serio. Vale la pena recordar aquí otro episodio bíblico donde esta facultad
está claramente descrita:
En el Libro del Génesis
(18:22-33), el Todopoderoso decide avisarle a Abraham que piensa destruir
Sodoma y Gomorra. Abraham no comprende: ¿por qué los inocentes deben ser
sacrificados junto con los pecadores?
Abraham va más allá. Dice:
"¿Cómo te atreves a hacer tal cosa, matar al justo junto con el
impío?"
Y exige que Dios se comprometa a
no destruir la ciudad, si en ella vivieran cincuenta justos. Dios lo prometió.
Abraham comienza a regatear, diciendo que sería absurdo, si faltaran apenas
cinco para completar los cincuenta justos, que Él tomase tal decisión. Dios
acepta no destruir la ciudad si allí vivieran cuarenta y cinco justos, o
treinta, o veinte, o diez... Dios acepta cada uno de los argumentos e Abraham,
y sigue prometiendo cambiar de idea.
Sabemos que en la Biblia, Dios
Termina destruyendo Sodoma y Gomorra, y que sólo salvó a una familia. Pero,
antes de tomar esta decisión, Él estuvo abierto al diálogo.
Temer a Dios no significa tener
miedo de Dios. Dios está mucho más abierto a una conversación de lo que
imaginamos; con sólo comenzar el diálogo, quedaremos sorprendidos con los
resultados.
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