El perdón es uno de los fenómenos más importantes
en nuestras relaciones con los demás. Todos nos hemos preguntado alguna
vez si esa persona que nos ha hecho daño, intencionadamente o no, merece
nuestro perdón.
Dice el DRAE de la palabra
perdón en sus tres primeras acepciones:
1. Acción de perdonar.
2.
Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación
pendiente.
3. Indulgencia (remisión
de los pecados).
Por lo tanto el perdón es la acción por la que una persona disculpa a
otro una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse,
o reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la
ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y
ofendido perdonante no queden más o menos afectadas.
Ahora bien, ¿significa perdonar a alguien reconciliarnos con
ella? Es cierto que el perdón favorece a que se produzca una reconciliación
pero esta no es estrictamente necesaria, de hecho podemos estar en una relación
donde no haya perdón y simplemente se haya “olvidado” un hecho doloroso o bien
perdonar a alguien con quien ya no tenemos ningún contacto. El acto de perdonar
en sí, es más bien un proceso y se da a medida que pasa el tiempo.
Todas las "religiones universales" recomiendan:
a) Perdonar a los demás.
b) Pedir perdón por las ofensas a los demás.
c) Solicitar el perdón divino de los pecados.
Pero para los cristianos, ¿Qué es el perdón?
El Dios del Antiguo Testamento hace múltiples
referencias al perdón de Dios, pero no insiste en reclamar que los hombres se
perdonen entre sí; se lo considera no como un imperativo moral sino como algo
loable pero realmente no exigible, lo cual parece indicar la legitimidad de no
perdonar a los ofensores, sino solicitar a Dios su castigo, sobre todo cuando
pertenecen a otros pueblos distintos de Israel. Sin embargo, es loable
perdonar. José perdona a sus hermanos (Génesis 45,4)
En su relación con los hombres, Dios en el Antiguo
Testamento aparece en ocasiones como justiciero, cruel y vengativo, y sin
embargo también capaz de perdonar. Se dice de él, que es "clemente y misericordioso, tardo
para la ira, y lleno de lealtad y fidelidad, que conserva su fidelidad a mil
generaciones y perdona la iniquidad, la infidelidad y el pecado, pero que nada
deja impune, castigando la maldad de los padres en los hijos y en los nietos,
hasta la tercera y cuarta generación" (Éxodo 34,6)
En el Nuevo Testamento, Dios es misericordioso y
está mucho más presente, y perdonarse los unos a los otros se considera un
imperativo moral, pues el perdón a quienes nos ofenden y nos odian es uno de
los mayores ejemplos de amor al prójimo; así como en el Antiguo Testamento
escasean las referencias al perdón entre los hombres, éstas abundan en el Nuevo
Testamento, que recomienda poner la otra mejilla y amar a nuestros enemigos. ¿Cuántas
veces debo perdonar? preguntaba Pedro; "setenta veces siete" le
recomendaba Jesús (Mateo 18:22), es
decir, no cansarse de perdonar. En la oración que el mismo Jesús nos enseñó rezamos:
“Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”.
La cruz es el símbolo del
perdón, y en la misma cruz, Cristo perdonó a sus ejecutores ("Perdónalos porque no saben lo que hacen" Lc 23,34)
El perdón lo concede el ofendido después de
reconocer el ofensor los hechos humildemente y pedir perdón de forma sincera, ello
implica que la persona ofendida reconoce que aquello que le han hecho, no está
bien y aunque sabe que la situación puede no estar justificada y la persona que
le ha causado el daño no merece ser perdonada, toma la decisión de hacerlo.
El perdón conlleva un aumento en la satisfacción
con la vida, más emociones positivas, menos emociones negativas y menos
síntomas de enfermedad física.
“El que es incapaz de perdonar,
es incapaz de amar” Martin Luther King
“Aferrarse a la ira es como
aferrarse a una brasa candente con la intención de tirársela a otro; tú eres el
que se quema.” Buda
FGM
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