martes, 7 de abril de 2020

REFLEXIÓN MARTES SANTO

Soportó nuestros sufrimientos

El Señor se revistió de nuestra debilidad para recubrir nuestra inconstancia con la firmeza de su fuerza. Vino del cielo a este mundo como un mercader rico y bienhechor y, por un admirable intercambio, concluyó un negocio: tomando lo que era nuestro, nos concedió lo que era suyo; por lo que era nuestra vergüenza, nos dio su honor; por los dolores, la curación; por la muerte, la vida.

Pedro fue el primero en experimentar cuán provechosa ha sido para los creyentes la humildad. Sacudido por la violenta tempestad de su turbación, volvió en sí por este brusco cambio, y recuperó su fuerza. Encontró el remedio en el ejemplo del Señor. En efecto, el siervo no podía ser mayor que su señor, ni el discípulo que su maestro, y no habría podido vencer el estremecimiento de la fragilidad humana si el vencedor de la muerte no se hubiera estremecido primero. La Verdad lo penetró con su mirada, justo allí donde su corazón tenía necesidad de curación. Fue como si la voz del Señor se hubiera hecho oír para decirle: «¿Dónde vas, Pedro? ¿Por qué te encierras en ti mismo? Vuelve a mí, confía en mí y sígueme. Ahora es el tiempo de mi pasión, la hora de tu suplicio no ha llegado todavía. ¿Por qué temer ahora? También tú superarás la prueba, no tengas miedo».

San León Magno
Gran predicador y escritor, fue obispo de Roma;
desarrolló una ingente labor de mediación
para evitar la violencia de las incursiones bárbaras († 461).

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