viernes, 10 de abril de 2020

REFLEXIÓN VIERNES SANTO

El signo de salvación

El Señor, en su pasión, asumió todos los errores que había cometido el género humano a fin de que, en el futuro, no hubiera nada que condujera al hombre al error. La cruz es, pues, un gran misterio, y si tratamos de comprenderla, el mundo será salvado por este signo. Así como la Iglesia no puede permanecer en pie sin la cruz, así también una nave se debilita sin su mástil. Cierto que el diablo la atormenta y el viento ataca a la nave, pero cuando se levanta el signo de la cruz, igual que se levanta el mástil en la nave, la injusticia del diablo es rechazada, la borrasca cae inmediatamente.

El que cultiva la tierra empieza su trabajo con la señal de la cruz: uniendo los elementos de su arado imita la imagen de una cruz. La misma forma del hombre cuando levanta las manos representa una cruz; sobre todo cuando oramos con las manos levantadas, a través de nuestro cuerpo proclamamos la pasión del Señor. Es con este signo como Moisés venció en la guerra contra los amalecitas: no con las armas, sino con las manos levantadas hacia Dios. Así pues, por este signo del Señor el mar se abre, la tierra se cultiva, el cielo se gobierna, los hombres se salvan. Y yo incluso afirmo que por este signo del Señor las profundidades del reino de los muertos se abren.

San Máximo de Turín
Sermón 38: PL 57, 341s; CCL 23, 149s.
Obispo de Turín; de este notable predicador
se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).

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